Las guerras apestan, enemistan, se enquistan, dividen, huelen a carne corrompida y suenan a silencio. Pero, por encima de todo, provocan un efecto mucho más pernicioso:
los niños aprenden a odiar demasiado pronto.
FOTOS: Chechenia (2), Chiapas, Irak, Palestina y ex Yugoslavia
1 Comments:
Resulta paradógico que una guerra sea la mayor demostración de inteligencia humana. El resultado, como siempre, el más desgraciado.
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