Moho

03 enero 2007

BALANCES DE FIN DE AÑO


Diciembre es mes de balances. Algunos provocan que a uno se le atraganten las uvas del día 31. Por ejemplo, el de Pedro Solbes. Al vicepresidente segundo del Gobierno no le inquieta lo más mínimo el endeudamiento de las familias españolas a raíz del desorbitado precio de la vivienda. Considera que no es un problema "global" de la economía porque sólo afectará a aquellos con menos ingresos y provocará "problemas específicos" a quienes suscribieron su hipoteca entre 2003 y 2005.

Es para echarse a llorar. Gentes con nombres y apellidos -no entes abstractos- las pasarán canutas el año que viene. No podrán cambiar de coche tal y como necesitaban, tendrán que aplazar sus ansiadas vacaciones para otro año o se alejará su idea de tener un hijo. Pero para los gerifaltes de las finanzas, los contratiempos de otros les son totalmente ajenos. Craso error.

Solbes además menosprecia a los afectados porque suponen un porcentaje de la población pequeño. Pequeño, por ejemplo, es el porcentaje de enfermos de SIDA en España en comparación con los más de 40 millones de personas que habitamos el país. Igual que el número de sordomudos o de parapléjicos. ¿Es argumento suficiente para olvidarnos de ellos? Obviamente no.
Además, las cifras son todo menos una minucia. La deuda hipotecaria acumulada por las familias españolas para la adquisición de viviendas superó por primera vez en la historia los 550.000 millones de euros. La cantidad no es moco de pavo.

Para más inri hay un truco estadístico que enmascara la realidad. Hay gente que no está hipotecada y con el agua al cuello por el simple hecho de que ni siquiera ha podido comprarse una casa. No pasan apuros económicos porque siguen en casa de sus padres después de ver cómo les era imposible poner el pie fuera del hogar paterno. A éstos también hay que incluirlos en los cálculos.